Bachillerato Popular Memoria del Fuego



Instruíos, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia.
Agitaos, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo.
Organizaos, porque necesitaremos toda vuestra fuerza
Antonio Gramsci, Il Ordine Nuovo

    Esta propuesta  de construcción de un bachillerato popular  es parte de un proyecto político-cultural más amplio que hemos decido impulsar un grupo de compañeros de Socialismo Libertario a través del Espacio Cultural “Memoria del Fuego”. Una experiencia que para nosotros es inédita y queremos comenzar a construirla con otros/as, sin perder de vista que este tipo de emprendimientos político-culturales ya tiene un importante recorrido de luchas en nuestro país y continente. Desde los noventa, con la emergencia de los movimientos sociales y novedosas formas alternativas de lucha frente al devastador modelo neoliberal comenzaron a surgir experiencias de autogestión, reapropiación y recuperación de diversos ámbitos sociales y populares.
   Este recorrido de casi veinte años de luchas, con momentos emergentes como la rebelión del 2001, lejos de ser parte del pasado sigue latiendo en nuestros días.  Late en  el estallido de la rebelión estudiantil, que puso de manifiesto una vez más todos los límites y la precariedad de nuestro sistema educativo.  Se manifiesta con crudeza en los nuevos crímenes que el aparato represivo del sistema ha perpetrado sobre  Mariano Ferreyra, los hermanos Qom de Formosa y más recientemente con los vecinos de Villa Soldati, citando los caso más recientes. Un  recorrido de luchas y resistencias, pero también de creaciones novedosas para enfrentar las miserias del capitalismo, que nos interpelan a comprometernos y renovar nuestra búsqueda militante.
  Detrás de ese recorrido de luchas se inscribe la huella que ha dado  vida a la experiencia de los bachilleratos populares como la propuesta de una práctica educativa alternativa.    Cuando hablamos de la creación de un bachillerato, lo pensamos desde la concepción de una educación pública y popular, que se encuentra no “por fuera”, sino en tensión y disputa con el Estado. Buscando que este se haga cargo de aprobar demandas que son fundamentales como la validez de los títulos, y por  su puesto el reconocimiento salarial.
    En ese sentido entendemos la autogestión como la capacidad de poder organizar nuestro espacio educativo en disputa con el Estado, haciéndole las demandas que sean necesarias, pero sin que este  hecho signifique quedar condicionados en la conformación de nuestra propuesta educativa. Implica autogestionar la identidad política de nuestro proyecto, sus estrategias metodológicas y pedagógicas. Todos los dispositivos de funcionamiento, y nuestra orientación político-educativa para construir una propuesta contra-hegemónica a los valores tradicionales que reproduce la escuela.
    La educación pública se encuentra en crisis, y en los últimos tiempos, los gobiernos de turno han buscado llevar adelante propuestas que a primera vista pueden resultar inclusivas y capaces de ampliar la participación, pero que finalmente reproponen nuevos mecanismos de exclusión.  Las luchas por el aumento del presupuesto y las mejoras salariales y gremiales son urgentes, pero estas reivindicaciones fundamentales para mejorar la educación pública, no pueden alcanzar  a subsanar la profundidad de esta crisis.  Porque la escuela es un actor social, que hoy en día no puede dar cabida a las demandas de una sociedad que ha sufrido hasta sus huesos el paso devastador del huracán neoliberal.
  Por ello, plantear una propuesta de educación publica popular, implica pensarla como un espacio de autogestión, en tensión, disputa y demanda con el Estado por reivindicaciones materiales y más allá de estas. Esto consiste en pensar la escuela trascendiendo los marcos institucionales tradicionales. Hablamos de una escuela en y con el barrio, conformándose en el entramado social que la nutre y le da identidad. Significa armar programas, contenidos y materias, no ya desde los lejanos marcos normativos que nos brindan las políticas educativas. Comenzar a construir este espacio de aprendizaje, siendo nosotros mismos quienes nos formamos en esta tarea de darle su identidad al proyecto de bachillerato mientras discutimos sus lineamientos políticos y pedagógicos, sus criterios de organización, mientras vamos transitando y conociendo el barrio, mientras lentamente comenzamos a hacernos parte de el. Al hablar de educación popular, partimos de pensar la escuela patas para arriba construida desde abajo, de sus más profundas necesidades, construida en y con el barrio, en la interacción entre sus docentes, estudiantes y vecinos, para ir conformando la estructura organizativa que pondrá en marcha este proyecto.
    Lo expuesto arriba nos lleva a resignificar a la escuela como una organización social, inserta en el entramado barrial. Es decir, pensarnos organizados en un espacio político que implica un importante compromiso y es nuestro lugar de militancia. El bachillerato como nuestro lugar de organización política y militante comprometida con nuestra realidad, nos lleva a cuestionar las visiones ideales sobre la escuela. Nos estamos posicionando desde una propuesta pedagógica, que trasciende el espacio del aula (aun cuando es un lugar central) y se ubica de forma crítica, activa  y comprometida. La escuela en y con la sociedad como nuestro espacio de organización, interpelada por una pedagogía militante, lejos está de ser una propuesta cerrada y acabada. Estos son puntos de partida para los lineamientos que se irá definiendo a través de la re/construcción permanente de esta (nuestra) experiencia.
   Desde Socialismo Libertario a partir de nuestra experiencia como organización y nuestra decisión de dar inicio a este espacio, queremos que los lineamientos generales aquí planteados se enriquezcan. Como parte del recorrido novedoso que buscamos, no queremos y no podemos realizar este emprendimiento solos. Buscamos que cobre mayor fuerza e identidad a través de la discusión y los aportes de los compañeros que se suman para fundar esta experiencia conjunta. Para que este espacio tenga una identidad colectiva y sólida, construida en base a acuerdos claros, que nos permita construir entre todos/as este proyecto. Una identidad que haga de la lucha su memoria y marque una huella tan apasionada como el ardor del fuego.